domingo, 8 de abril de 2012

Mensaje de Pascua 2012


Mensaje de Pascua

¡Si Cristo no resucitó, clamemos con el apóstol, para nadie hay resurrección y vida eterna! ¡La fe pierde sentido!
En tiempo de Pascua la liturgia nos invita a dedicar unas horas o semanas a profundizar en la resurrección de Cristo Jesús, meditando su misterio y tratando de vincular intensamente con él nuestra vida espiritual.

La alegría esencial de la creación es completada por la alegría de la salvación, por la alegría de la redención. El Evangelio es la gran alegría de salvación para el ser humano. Hay que tener en cuenta que la creación del hombre es a la vez su redención. La salvación no sólo confronta al demonio en cada una de sus formas existentes en el mundo, sino que reclama la victoria sobre el mal. “He conquistado el mundo,’’ dijo Cristo. La total promesa de estas palabras se encuentra en el Misterio Pascual. Durante la Vigilia Pascual, la Iglesia canta con regocijo, “Oh feliz caída, que ganaste para nosotros a tan gran redentor. (Pregón Pascual) Por tanto, la causa de nuestra alegría es para darnos las fuerzas para destruir el mal y abrazar la divina filiación que constituye la esencia de la Buena Nueva. Dios le dio éste poder al ser humano a través de Cristo. “Dios no envió a Su Hijo al mundo para condenar el mundo, sino para que el mundo se salvara por medio de El.” La labor de la redención es elevar la labor de la creación a un nuevo nivel. La Creación permea con la redención santificante, hasta con la divinización. Es como si le atrajera a la esfera de la divinidad y de la vida intima de Dios.

Nuestra fe en Cristo resucitado es un saber tan profundo, una experiencia tan íntima y decisiva que, si se eclipsa el triunfo del Señor sobre la muerte, todo queda en tinieblas.
Tener fe, gozar de la fe, sumergirse en el misterio de luz que es la resurrección de Cristo (y, luego, nuestra) es entrar en un sublime castillo y reino de amor y de felicidad eterna. Entramos no por nuestros méritos y estudio sino por don de Dios, como un regalo que se nos hace por la confianza que ponemos en la palabra de Cristo a cuya persona nos adherimos.

En el misterio de la fe nos encontramos  Cristo y nosotros. Él triunfante y resucitado, por propios méritos; nosotros, agraciados por la generosidad de habernos devuelto al Padre.
¡Jesucristo ha resucitado, verdaderamente ha resucitado. Aleluya!

Felices Pascuas de Resurrección

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