Tiempo de Adviento
Ciclo
B
1. El itinerario litúrgico del tiempo de Adviento.
Este año seguiremos el ciclo B que en
el leccionario litúrgico corresponde al evangelio de Marcos.
Las cuatro semanas están articuladas
litúrgicamente en dos fases:
a) La primera fase que va del Domingo primero al 16 de diciembre, presenta
las dos venidas de Cristo en la
historia.
b) La segunda fase, del 17 al 24 de diciembre, es más directamente
natalicia.
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I
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II.
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III
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Mira, Señor a tu Pueblo que espera con fe la fiesta
del nacimiento de tu Hijo, y concédele celebrar el gran misterio de nuestra
salvación con un corazón nuevo y una inmensa alegría.
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IV
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2. La temática teológica
La temática de este tiempo es la venida del Señor contemplada en dos
aspectos:
a) La venida escatológica,
es decir, el retorno glorioso de Cristo al final de los tiempos (I y II
domingos).
b) La venida
histórica decir, la Encarnación o primera venida que tuvo lugar
hace más de 2000 años, el cumplimiento de esta venida, que tuvo lugar en la
humildad de nuestra carne, es la garantía de que se cumplirá la segunda o
última. Entonces se manifestará el Señor gloriosamente. Todos le veremos su
reino de paz y de libertad, de justicia y de verdad de gracia y
de amor que introdujo en este mundo, con su primera venida llegará
a su plena realización entre los hombres cuando vuelva, en el último día de la
historia (III y IV Domingo).
Celebramos la venida del Señor, por tanto, el Adviento es un tiempo de
gozosa espera. En la liturgia de adviento la venida escatológica y la venida
histórica se entremezclan continuamente estos dos acentos, en los primeros
días antes del 17 se subraya más el aspecto escatológico, en la última semana
que va del 17 al 25 la atención se polariza más bien en la preparación de la
fiesta de navidad. Esta segunda etapa distingue también dos grandes temas: el
tema cristológico y el tema mariano que aparecen íntimamente
ligados.
Tema cristológico:
El adviento,
mientras prepara a la Navidad como memoria del nacimiento del
Hijo de Dios, pone a la Iglesia en la espera gozosa del Señor que viene y que
vendrá definitivamente al final de los tiempos.
La liturgia del
adviento natalicio no se contenta por tanto con el advenimiento del nacimiento
de Jesús, sino que pone de relieve
cuidadosamente la unidad del
misterio de la Encarnación con el entero misterio de Cristo como misterio de
salvación.
La íntima unidad
entre la Encarnación, Muerte y Resurrección de Cristo como misterio de
salvación viene expresada concisamente en la oración Colecta del IV Domingo. La
Encarnación es la primera etapa de nuestra Redención.
Tema mariano:
Por
Tradición, el tiempo de Adviento es considerado un periodo del año litúrgico
exquisitamente mariano. El tema mariano está ligado al carácter de preparación
a la celebración del Nacimiento de Jesús.
La liturgia de
Adviento pone adecuadamente el papel desarrollado por María en el misterio del
Verbo Encarnado.
Las oraciones
colectas de la segunda fase (Domingo IV y formularios feriales del 17 en
adelante, sobre todo la colecta del día 20), están llenas de la presencia de
María y expresan su papel en el misterio de la Encarnación con términos como:
el
Verbo del Padre se hace carne en el seno de la Virgen María
el esplendor de la gloria divina se manifiesta
al mundo a través del parto de la Virgen santa.
La
Oración colecta más sugestiva y rica doctrinalmente en cuanto a la
contemplación del misterio del la Encarnación en María es la del día 20 de
diciembre:
“A ejemplo de la Virgen inmaculada que al aceptar
tu voluntad, anunciada por el ángel, recibió en su seno a tu Hijo, fue llena de
la gracia del Espíritu santo y se convirtió en el templo de la divinidad,
concédenos, padre Todopoderoso, la gracia de aceptar tus designios con humildad
de corazón.”
Todo el mundo, a
través de la Iglesia, ha de impregnarse de esta esperanza. Dios Padre, siempre
al pendiente de la humanidad, sobre todo de los hombres sumidos en la tristeza
y en el dolor, en la desesperación y en la angustia y en el fracaso y en el
vacío de lo puramente material y placentero, dona al mundo,
lo que él más ama, a su Hijo.
Su entrega a la
humanidad es, por tanto motivo de alegría, de esperanza y de renovación
interior para todos, ya que en Cristo el Hijo de Dios, hecho hombre, Dios
comparte con la humanidad todo lo que él posee, sobre todo, la
inmensidad de su amor.
Por tanto, en Cristo, nacido de
María, muerto y resucitado, todo hombre
encuentra respuesta a todas sus interrogantes e inquietudes: ¿Quién
soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Qué hago en este
mundo? ¿Qué sentido tiene mi vida, mi trabajo? ¿Después de
la muerte, qué?
Cristo, principio
y fin de la historia, es la clave de nuestra existencia, y el tiempo de
adviento es un tiempo oportuno para renovarnos en la esperanza, en la alegría,
en la fe y en el amor solidario.