miércoles, 2 de febrero de 2011

La amistad


La Amistad

¡Es  tiempo para hacer amigos!
1. Algunas reflexiones sobre la amistad

Partamos considerando que la amistad tiene un papel esencial para el sano crecimiento humano. En el periodo de formación, por ejemplo, es una buena señal que un alumno tenga amigos íntimos y una  señal muy mala que él no tenga ninguno. Es evidente que la amistad ocupa hoy un lugar muy alto en la lista de valores humanos. A continuación unas  reflexiones sobre algunas de sus facetas.

Amistad con Dios
            La amistad ocupa un lugar privilegiado en la tradición judeocristiana. «Dios es amistad». Dios se allega a nosotros con amor y nos empuja a responderle, hablándonos y escuchándonos. Dios comparte con nosotros lo que hay de más profundo en su corazón divino y nos invita a que le correspondamos. Las historias de la relación de Dios con Abraham (Gn 18,17ss) y con Moisés (Ex 33,11) son ejemplares para el pueblo escogido. Pocos relatos bíblicos son tan impactantes como la bella historia contada en el Éxodo 33:
El Señor dijo a Moisés: “Di a los israelitas: Son un pueblo terco y terminaría aniquilándolos aunque fuera muy poco tiempo que anduviera con ustedes: pero si se quitan las joyas que llevan encima, veré qué puedo hacer por ustedes”. Y desde lo del Horeb los israelitas no volvieron a ponerse sus trajes de fiesta.
Moisés tomó la tienda y la instaló fuera del campamento a cierta distancia de él,  y la llamó tienda del encuentro. Todo el que quería consultar al Señor, tenía que salir fuera del campamento y dirigirse a la tienda del encuentro. Cuando salía Moisés, todo el pueblo se ponía de pie y, situándose cada uno a la puerta de su propia tienda, seguían a Moisés con la mirada hasta que entraba en la tienda: En cuanto Moisés entraba en la tienda la columna de nube descendía y permanecía a la entrada de la tienda mientras el Señor hablaba con Moisés. El pueblo contemplaba la columna de nube  que permanecía a la  entrada de la tienda; entonces todo el mundo se postraba, cada un a la entrada de su tienda: El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como  un amigo hombre habla con su amigo. Moisés dijo al Señor: “Mira, tú me has dicho que guíe a  este pueblo, pero no me has comunicado a quién me das como auxiliar, y, sin embargo, dices que me tratas personalmente y que gozo de tu favor; pues si gozo de tu favor, enséñame el camino, y así sabré que gozo de tu favor; además, ten en cuenta que esta gente es  tu pueblo”. Respondió el Señor: “Yo en persona iré caminando para llevarte al descanso”, Replicó Moisés: “ Si no vienes en persona, no nos hagas  salir de aquí. Pues ¿en qué se conocerá que yo y mi pueblo gozamos de tu favor si no en el hecho de que vas con nosotros? Esto nos distinguirá a  mí y a mi pueblo de los demás pueblos de la tierra”. El Señor respondió: “ También esta petición te la concedo, porque gozas de mi favor y te trato personalmente”.

Lo que llama la atención en este y en otros relatos del Antiguo Testamento sobre las relaciones de Dios con sus amigos es la intimidad de Dios con ellos. Dt 34,10 dice: “No ha vuelto a surgir  en Israel un profeta semejante a Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara”.
Es evidente que escuchar con atención, hablar con sinceridad y confiar totalmente en la providencia son señales que caracterizan a los amigos íntimos de Dios.

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