miércoles, 2 de febrero de 2011

más sobre la amistad

Amigos de Jesús


En el Nuevo Testamento Jesús es la revelación de la amistad de Dios con toda la humanidad. Tt 3,4 expresa: “Pero ahora se ha manifestado la bondad de Dios, nuestro salvador, y su amor a los hombres”. El Nuevo Testamento nos muestra cómo Jesús forjó lazos de íntima amistad con buen número de sus seguidores. Jesús era muy amigo de Marta, de su hermana y de Lázaro Jn 11,5). Jesús lloró con ocasión de la muerte de Lázaro, y los judíos comentaban: “Miren cómo lo quería” (Jn 11, 35-36). Juan recuerda a sí mismo la intimidad de Jesús con el discípulo amado (Jn 13,23) que permaneció amigo fiel hasta la cruz. De la misma manera los evangelios no dejan duda alguna sobre la intimidad de Jesús con María Magdalena. Más aún el mismo Jesús dice a sus discípulos muy directamente: “No os llamo siervos sino amigos” (Jn1,15), con quienes ha querido compartir todo lo que ha oído de su Padre.
Los que viven en amistad con el Señor están llamados a la amistad unos con otros. En el libro de los Hechos de los Apóstoles, se da testimonio de los lazos de amistad en la comunidad cristiana(Hch 2, 44ss). En todo modelo de amistad en el Nuevo Testamento es el de la amistad de Jesús para con nosotros: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”. “Nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,12-13). Es, sin duda, un modelo verdaderamente exigente.
Pero así como la amistad de Dios en Cristo para con nosotros es en el Nuevo Testamento el modelo de la amistad humana, así también es verdad que las relaciones humanas de amor perseverante ayudan enormemente a comprender a Dios como amigo.

Almas amigas
Pocas cosas hay tan importantes en la vida como una alma amiga madura y prudente. Como reza un proverbio celta: «Una persona sin alma amiga es un cuerpo sin cabeza»
Es particularmente útil hablar con un alma amiga de nuestra oración, de nuestros sentimientos profundos, de nuestras relaciones, de nuestras alegrías y penas, de nuestros problemas. Un diálogo sincero sobre nuestras luchas sexuales, aún en el caso de que ello nos cause cierto apuro, puede ser un admirable desahogo (¡Finalmente lo pude echar fuera!) y un primer paso hacia la integración y curación. Por supuesto, es necesario que uno escoja a las almas amigas cuidadosamente. Deben ser prudentes, personas con experiencia, de fe profunda. Un guía inmaduro puede ser peor que no tenerlo.
Aún, aparte de las relaciones formales de dirección espiritual, hay otras muchas personas en nuestra vida que pueden ser consideradas como verdaderas almas amigas. Puede tratarse, en ocasiones, de profesores, consejeros, o compañeros en una misma comunidad. La tradición está llena de ejemplos de esta clase informal de almas amigas. Mencionemos por ejemplo: David y Jonatán, Noemí y Rut, Santo Tomas de Aquino y San Buenaventura, San Felipe Nerí y San Carlos Borromeo, San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila, San Francisco y Santa Clara, por mencionar algunos.

1 comentario:

  1. La convivencia con los amigos nos ofrece muchas ocasiones de poner visión sobrenatural en todos los detalles de nuestra vida.

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